P. Luis Alberto De León Alcántara Email: albertodeleon_011@hotmail.com
Nos encontramos en una época muy compleja. En un mundo, donde los gimnasios, los productos dietéticos, los cosméticos y todas las propagandas publicitarias buscan de cualquier modo hacerle creer a las personas que se merecen algo diferente e innovador en sus vidas para alcanzar la felicidad. Les pintan sueños tan espectaculares que las personas terminan convencidas. Suelen decirles, “no puedes pasarte la existencia completa trabajando y sacrificándote por los demás, debes darte la “buena vida”. Tienes que descansar en los mejores hoteles, mantener tu cuerpo en forma y visitar muchos restaurantes”.
Ante estas propagandas superficiales, es oportuno analizar la expresión, “que tu comodidad no afecte a la sociedad”, porque las relaciones humanas se verían amenazadas por la búsqueda del bienestar de unos pocos. Ya que muchas personas para mantener sus gustos, en ocasiones, gastan el dinero propio y el ajeno con tal de mantener la vida cómoda que llevan. Inclusive, muchos citan a Benito Juárez, “El respeto al derecho ajeno es la paz”, para justificar sus actitudes caprichosas y libertinas.
Tenemos que reconocer que vivimos en un planeta que cada vez más busca alejarse de los valores humanos. Muchos ya no quieren que les hablen de pobreza, violencia ni muchos menos de muerte. Esta es una de las razones por la que las personas ya no suelen ver las noticias, prefiriendo mejor, las novelas, disfrutar de los juegos de pelotas, observar los premios de la Lotería Nacional, escuchar canción, con tal de permanecer en su burbuja, donde nadie pueda cruzar.
El individualismo ha destruido la imagen real del término “seres humanos”. Se nos ha olvidado que es imposible que funcione la ideología del egoísmo; pues todos tenemos que vivir en la misma tierra por necesidad, donde tarde o temprano, en el vaivén de la vida nos tendremos que encontrar, y tendrán que cruzarse nuestros rostros, aunque no sea para intercambiar palabras, a lo mejor, para reconocer que seguiremos transitando las mismas calles y los mismos lugares de siempre.
La superficialidad parece que nos ha ganado la guerra. La realidad de miseria se rechaza, y muchos la esconden detrás de la moda. Se busca el refugio en aquellas cosas que se desvanecen con el tiempo. Por esta razón, cada momento de la vida, debe llevarnos a salir de la rutina cotidiana e impulsarnos a observar en qué lugar estamos ubicados. De igual modo, debe hacernos conscientes de que la felicidad no se encuentra en la orilla del camino sino en la profundidad de la existencia.
No podemos ir andando por la vida, mendigando alegría y gozo momentáneo. Es deber de cada ser humano lograr su realización, sus metas y proyectos; un poco más de sí mismo, ponerle voluntad y empeño en lo que hacer. Porque los que viven de la superficialidad terminan siendo llevados por el viento. Por tanto, que lo banal de esta sociedad no te confunda y no te engañe. Aprende a discernir los tiempos presentes, para que puedas vivir feliz en el futuro.
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