Las Criadas del Parto

Licdo. Rafel Delio Gómez: rafaeldgomez@hotmail.com

Nos cuenta la biblia en el evangelio según San Lucas 2 del 1-7, lo siguiente: “Por aquellos días, Augusto César decretó que se levantara un censo en todo el Imperio romano.(Este primer censo se efectuó cuando Cirenio gobernaba en Siria). Así que iban todos a inscribirse, cada cual a su propio pueblo”.

También José, que era descendiente del rey David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la Ciudad de David, para inscribirse junto con María su esposa. Ella se encontraba encinta y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada”.

Bajo estas circunstancias llegaron José y María a la ciudad de Belén, para empadronase por el censo que había ordenado el emperador romano, César Augusto, una ciudad que está prácticamente llena de peregrinos de todas partes para empadronarse pues el censo era obligatorio, un punto que queremos resaltar es la llegada de María y José a aquella propiedad buscando posada pues al parecer todo estaba lleno y se le había adelantado el parto a María, suponemos que ya María sentía los dolores propios del parto, un hecho que la biblia no menciona ni la Iglesia hace referencia es al momento del parto, es un hecho que tal vez María durante su parto no estuviera sola con José y en  aquel lugar fuera asistida por las criadas del dueño de la posada donde ellos pernoctaron antes de ser empadronados.

No dudamos que José sólo la asistiera en el parto, y más cuando sabemos que para Dios no hay nada imposible, (lo que es imposible para los hombres es posible para Dios) pero también atendiendo a la cultura judía estas cosas estaban destinada solo para mujeres, así que pudieron haber existido unas heroínas anónimas que acompañaran a María en aquel momento de dolor, de angustia, de emoción y  porque no también de alegría por el solo hecho de saber que será madre del hijo del altísimo. (Luc.1, 26-28, hágase en mi según tu palabra)   

Parecería ser un hecho sin mucha importancia y creo que sí tiene su valor, estas criadas pudieron haber sido las primeras personas que tuvieron en sus brazos al salvador del mundo, el que marcaría un antes y un después en la historia de la humanidad, podemos decir que son héroes anónimos, que brindaron sus servicios, su fuerza y sus conocimientos sin esperar nada a cambio, pero la historia las ha excluido.

Cuantos héroes y heroínas anónimos llegan a nuestras vidas todos los días, en las instituciones del Estado, en las empresas, en el vecindario, en la comunidad, en nuestros hogares, en las escuelas, hospitales o cárceles siempre habrá gente que esté dispuesta a hacer un servicio voluntario y desinteresado o simplemente a hacer su trabajo con amor, con esmero y a brindar un servicio excepcional con un plus, con una carga extra de bondad, de generosidad y de altruismo, sin que se le tome en cuenta.

Unos héroes anónimos como estos, los encontramos un día a las tres de la madrugada camino al hospital Moscoso Puello, mi suegro lo habían llevado allí de emergencia, yo pero no recordaba bien la dirección, de camino me encontré con unos policías que estaban de servicios por la zona, yo con más miedo que vergüenza les pregunté ¿Dónde estaba el hospital Moscoso Puello, a lo que ellos respondieron “¿A que va usted para ese lugar?”, les contesté, “A mi suegro lo han llevado allí de emergencia”, uno de ellos respondió, “No se preocupen que nosotros les llevamos y les escoltamos pues la zona es un poco peligrosa y más a esta hora” un simple gesto de buena voluntad bastó para darnos cuenta de que no todo está perdido y que en la vida Dios pone en nuestro camino a sus ángeles anónimos que sin pedir nada a cambio siempre están dispuesto al servicio a los demás.

Cada uno de nosotros puede convertirse en héroes y heroínas anónimos con el solo deseo de querer servir a los demás, sin importar las circunstancias, sin importar a la persona que estamos ayudando. Un buen ejemplo de héroe anónimo lo fue “el buen samaritano” y recuerdo una expresión del Padre Luis Ramón Checo Peña “Dios habita en corazones desinteresados”.

¡En esta vida lo que no se comparte se pierde!Envíale un mensaje al autor: rafaeldgomez@hotmail.com

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