Cuaresma-Pascua, 90 días de un tiempo verdaderamente fuerte para la comunidad cristiana. Desde el Miércoles de Ceniza hasta el día Pentecostés. Un camino acompañando a Cristo Jesús en su subida a la Cruz y en su Vida Nueva de Resucitado, hasta la donación de su Espíritu.
La llamada a la conversión y la penitencia
Las lecturas de hoy nos señalan el camino de nuestra conversión pascual.
El profeta Joel invita al pueblo de su tiempo –y a nosotros- a la conversión y la penitencia. Se queja que Israel se está olvidando de su Dios y descuida su alianza. Les urge una conversión verdadera, no sólo exterior, la conversión que significa cambio de corazón, cambio de orientación en el estilo de vida. Nuestra palabra “penitencia” equivale a la griega “METANOIA” que significa cambio de mentalidad. El motivo que da el profeta a su pueblo es que Dios es misericordioso, y acogerá con amor a todos los que vuelven a Él, porque es “compasivo y misericordioso”.
También Pablo les invita a los cristianos de Corinto que “ahora es el tiempo favorable”; ahora es el día de la salvación y los urge a dejarse reconciliar con Dios. Reconciliarse significa reanudar las relaciones cuando se han roto, corregir la dirección de nuestra vida cuando se ha desviado.
El triple programa del Evangelio
Pero es el Evangelio el que más concretamente nos ofrece un programa cuaresmal-pascual:
la limosna o caridad, como símbolo concreto de mayor apertura al prójimo, con la caridad fraterna y social, corrección para nuestro siempre creciente egoísmo.
la oración como apertura a Dios, en la escucha de su Palabra, en la oración personal y familiar, en la participación más activa en las celebraciones de la comunidad cristiana, sobre todo en la Eucaristía.
y el ayuno como símbolo del autocontrol que todos necesitamos, renunciando a tantas cosas superfluas, para que las principales encuentren un debido relieve en nuestro programa de vida.
Los tres ejemplos que nos pone Jesús se puede decir que resumen toda nuestra existencia: de cara a nosotros mismos, nos controlamos: de cara a los demás, nos comprometemos a una actitud de mayor solidaridad fraterna; y de cara a Dios, decidimos abrirnos más a Él y darle un lugar más central en nuestra vida.
Y las tres direcciones, nos encarga Jesús que las cuidemos, no por vanidad, para llamar la atención, o con un formalismo meramente externo, sino desde dentro, con autenticidad.
Cada uno sabrá en qué aspecto concreto le interpelan estas tres tareas cuaresmales para preparar la Pascua de este año 2024, acompañando a Cristo Jesús en su camino de cruz y de victoria pascual y que este acompañamiento sea serio y eficaz.
Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2024
CUARESMA: REEDIFICAR NUESTRA VIDA
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