SOCIEDAD DE LAS “EVIDENCIAS”

P. Luis Alberto De León Alcántara Email: albertodeleon_011@hotmail.com

Las evidencias son las pruebas, los hechos que mostrarnos para sostener la verdad que avale lo que estamos defendiendo. Son las herramientas donde se apoyan muchas personas para defenderse a la hora de verse juzgado por otros. En otras palabras, es el pie de amigo para no permitir que se fabriquen falsas acusaciones en contra de nosotros. Porque en la sociedad en la que vivimos ya no es suficiente tener la razón, hay que tener además, un argumento creíble.

Pero no todo es evidencia, porque como dice el refrán: “cara vemos, pero corazones no sabemos”. Existe una tendencia a evidenciar fuera, lo que se quiere disimular dentro. Porque no es un secreto para nadie que nos encontramos en la sociedad de la pantalla, en el mundo del disfraz, ya que lo de adentro no es importante, lo que vale es dejarle ver a los demás, con una sonrisa, con ropa nueva o con cosas prestadas, que todo “está bien”, que nuestra vida es “maravillosa”. Y un ejemplo de esto: es la vida perfecta que algunas personas muestran en las redes sociales.  

Por eso y por otras cosas más, podemos decir que vivimos en la sociedad de las evidencias, en el mundo del simulacro, donde la gente muestra un afán por reflejar fuera lo que  esconden dentro. Ya lo dice la conocida frase: “Dime de lo que alardes y te diré de lo que careces”. Esto quiere decir que ya es una moda, un estilo de vida volcar lo que somos en la opinión de los otros, de aquí que la identidad personal, los criterios propios, nuestros ideales y creencias, quedan en un segundo plano ante lo que piensa el colectivo.

Ahora bien, como la tendencia es someterse al aprecio y a la valoración de los demás, como si la vida misma fuera un concurso de canto o la votación de la mayoría en una ronda de aplausos, que nunca se nos olvide que somos únicos e irrepetibles. Dios no hizo hombres y mujeres, seres de primera y de segunda categoría, ya esas divisiones la crearon los seres humanos. Al contrario, Dios hizo personas con la misma dignidad para todos. De aquí entonces, que las evidencias en ocasiones pueden volverse hipocresía, el modo protocolar de imponernos ante el grupo o simplemente proyectar “bondad” y “excelente” ante el mundo que nos rodea para quedar bien valorados…

En definitiva, vivimos en la sociedad, pero debemos (de) hacerlo con personalidad definida, con madurez y con prudencia. Por tanto, aunque la mayoría o una cantidad considerable de personas quieran ser parte de la masa, de ir a favor de las corrientes actuales en pensamientos y en ideologías, tengamos presente que somos libres para elegir y para actuar según nuestra conciencia, no son los caprichos de otros que deben regir y conducir nuestras decisiones, porque Dios no creó seres manipulables, sino seres humanos con la capacidad de saber lo que realmente es bueno, puro y noble. Por consiguiente, surge la pregunta, ¿vives de la evidencia o de tu conciencia?

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