Un miembro de mi familia se divorció, ¿Ahora qué pasa?

Por Gabriel González Nares. Fuente: Encuentra.com

El divorcio es un problema que debe evitarse y tratarse en pareja. Las familias de los esposos  deben prestar su apoyo para el bien de ellos, deben ponerse en su lugar, y tomar medidas razonables, incluyentes y no recriminatorias.

El divorcio es un hecho frecuente en nuestros tiempos. El fracaso de los matrimonios es un tema común de conversación. Los hijos de matrimonios exitosos conviven sin problemas con los de matrimonios divorciados. Y, en fin, la sociedad ha aprendido a asimilar el divorcio como parte de la vida común. Sin embargo, el divorcio es una realidad que afecta no sólo a los matrimonios, sino a sus hijos, a sus familias, debilita a la familia nuclear, la extensa, la comunidad, la sociedad y la Iglesia.

El divorcio es una ruptura dolorosa, aunque, a veces, resuelva los problemas económicos o legales de la pareja. Aunque el divorcio es un problema de pareja, las penas propias del divorcio trascienden el ámbito de la misma y llegan a las familias de cada uno de los esposos. Es así que surgen preguntas como ¿Qué pasa ahora?, ¿Ya no hablaremos con la familia de la pareja de nuestro pariente?, ¿Debemos repudiar a los divorciados si nos piden ayuda?

Naturalmente, el divorcio es un problema que debe tratarse, y evitarse, en pareja. Sin embargo, las familias de los casados también se ven implicadas en algunas ocasiones. Es por esto que debemos saber cómo actuar, según la prudencia, a fin de brindar todo nuestro apoyo para el bien del matrimonio en problemas y de sus integrantes.

Primeramente, debemos saber que los problemas de pareja se resuelven en pareja. Es incorrecto tener injerencia en los problemas de pareja, a menos que nuestro consejo sea pedido. Lo más prudente es mantenerse al margen de los problemas matrimoniales que no nos incumben. Si la situación de divorcio es ya cercana, podemos ofrecer ayuda con la recomendación de terapia de pareja a fin de solucionar el problema. Pero debemos de tener en cuenta que la solución de esos problemas no depende de nosotros ni de la familia de los esposos sino de ellos mismos. Así que, si el divorcio es inminente, habremos de respetar su decisión, lo que no impide la oferta de soluciones posibles.

Si la situación de divorcio es un hecho, seguramente nuestro familiar divorciado esperará unas palabras de aliento y un apoyo de parte de su familia. Lo mejor por hacer es adecuarnos a la situación de nuestros pariente divorciado, ponerse en su lugar y ofrecerle todo nuestro apoyo; tanto material como moral. Es bueno recordarle, con prudencia, que lo mejor sería arreglar la situación con su pareja, pues un nexo de caridad, como lo es el matrimonio, debiera superar los problemas a través de la comprensión y el trabajo diario y recurriendo a la fuente primaria del amor, Dios

Los familiares cercanos deberían adoptar acciones incluyentes, razonables y tolerantes. Ante todo, es necesario evitar la recriminación a la pareja afectada. Es una obra de caridad aliviar el peso que ya cargan los divorciados al abstenerse de comentarios hirientes o recriminatorios. También hemos de estar abiertos a las explicaciones y razones que, del divorcio, nos den. Si el divorcio fue injusto, hablemos tranquilamente con nuestro familiar divorciado e instémosla a buscar la justicia para su pareja, o en su caso, a pedirla.

El divorcio de un familiar no implica que haya un cierre absoluta de relaciones con la familia de su pareja. Si se estableció una relación de amistad con la familia de la pareja de nuestro familiar divorciado, es recomendable continuar con ella.

Hemos de decir que no debemos sentirnos en pecado ni en luto por el divorcio de nuestro familiar. Es razonable compartir su pena y sus problemas, sin embargo, la familia no debe sentir manchada su fama por el divorcio, ya que éste es un problema de pareja, que se arregla en pareja y no en el foro familiar, aunque el mismo se vea afectado por el divorcio.

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