Padre Manuel Antonio García Salcedo PhD. Arquidiócesis de Santo Domingo*

Estudiemos la obra del Papa León XIV a partir de la misión del ministerio de San Pedro y sus sucesores desde la enseñanza del Apóstol San Pablo, el primero que pone por escrito la doctrina y disciplina a seguir en este tema primordial para la fe cristiana.
La Carta a los Gálatas, segundo escrito en antigüedad del Nuevo Testamento, aporta un trato especial acerca de la misión de San Pedro
Apóstol. El apóstol de los gentiles es el primero que testifica y valida el primer lugar, de acuerdo con la Tradición de los Apóstoles, esto corroborado luego al colocar a San Pedro en el primer lugar de ellos en todas las listas de los Apóstoles presentes en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles, las Cartas del Nuevo Testamento y el Apocalipsis de San Juan.
Después de nuestro Señor Jesucristo, la persona que más veces aparece en el Nuevo Testamento es San Pedro. Este dato técnico de estudio bíblico elemental está dado en la fe de todos los bautizados que comulgan del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
San Pablo es el primero que lo hace en la Carta a los Gálatas, capítulo 2 y en el tercer escrito más antiguo del Nuevo Testamento del año 57 DC, la I Carta a los Corintios, capítulos 4 y 15, así como atestigua de la figura de San Pedro, la primera piedra o roca visible en la I Carta que lleva su nombre.
De todos los textos paulinos citados, el más antiguo es la confesión de fe apostólica del I de Corintios 15. Dicho capítulo está precedido
por el relato de la Institución de la Eucaristía más antiguo de todos, escrito antes que aquellos que nos presentan los Evangelios.
Nos referimos a I Corintios 11, proclamado el Jueves Santo como segunda lectura en la Misa de la Cena del Señor inaugurando el Triduo Pascual, concluyendo formalmente la Cuaresma. Esta es la misma segunda lectura de la Solemnidad del jueves de Corpus Christi. A seguidas los capítulos 12, 13 y 14 de la misma nos presentan los dones carismáticos, la organización de los servicios y de las obras de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, todo esto permeado por la I de Corintios 13, el himno del amor que todo lo puede, lo soporta, los resiste.
Entonces vendrá el capítulo 15, una de las confesiones más antiguas de fe en la muerte y resurrección de Cristo de la tradición de los Apóstoles que San Pablo nos comunica: yo, a mi vez lo que recibí, comunico aquello que recibí de los Apóstoles.
Lo recibió de San Pedro, de San Juan y de Santiago, como lo indica en la Carta a los Gálatas en el capítulo 2, de aquellos que estuvieron con Cristo con la resurrección de la hija del Maestro, de la niña que falleció de 12 años, de aquellos que estuvieron con el Señor en la Transfiguración y en el Getsemaní, esos que se durmieron, aun el Señor diciéndoles que oren para que no caigan en la tentación.
Veamos primero el desarrollo posterior por las Cartas de San Pablo de la Doctrina y la disciplina eclesiástica de la misión de San Pedro en la Iglesia. Pedro es el primer Papa como su nombre lo indica, es la Piedra, su nombre en griego, su nombre nuevo que le dio el Señor al confesar la fe según Mateo, capítulo 16, versículo 18, en el marco inseparable en la estructura Mateo capítulos 16, 17 y 18 llamado el discurso eclesiástico, constituido por la confesión de fe de Cesarea de Filipo a la que Jesús responde: Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, nuevo nombre a su misión, por el cual las fuerzas del averno, del abismo, del infierno no podrán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos. Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en cielo y tierra, así será. Este pasaje se refiere a los Sacramentos, no a interpretación libre.
La cumbre de la misión de San Pedro, también está atestiguada por el Evangelio de San Juan, tal como la recibimos con la Aparición del Resucitado a Santa María Magdalena, quien va y lo anuncia a los
Apóstoles. San Pedro y el Discípulo Amado corren al sepulcro. Este último llega antes por su juventud, pero da paso primero a San Pedro atestiguando su primacía en la Comunidad Eucarística como testigo de la Resurrección.

San Pedro, a quien Cristo lava los pies, está en el inicio de los discursos de Cristo durante la última Cena en el Evangelio de San Juan, precedidos estos por el capítulo 6 del Pan de Vida del mismo
Evangelista, cuyo culmen será la Confesión del Pescador que declara a Cristo: Señor, ¿a dónde iremos? Solo tú tienes Palabras de vida eterna.
En la tercera Aparición del Resucitado ñ a San Pedro y a los discípulos en la madrugada del Domingo con la pesca milagrosa y la triple declaración de al Señor de su disposición para ser el Pastor Universal de los corderos u obispos y de las ovejas o laicos en el capítulo 21 del IV Evangelio.
Anterior a todo, estuvo en el principio la validación de la misión de San Pedro de parte del Apóstol San Pablo y su influencia en la obra de San Lucas, su discípulo.
*El autor es Doctor y Postdoctorado en Teología Católica.
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