Especial de ADVIENTO. Año 2025. Ciclo C
Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Es prudente en el marco de este Trigésimo tercer (XXXIII) Domingo del Tiempo Ordinario, detenernos un poquito y recalcar lo que hoy estamos celebrando y que el Papa Francisco está promocionando y es la VIII Jornada Mundial del Pobre con el lema: “La oración del pobre sube hasta Dios.” Esta afirmación sobre la oración del pobre no debe ser para nosotros sorpresa, ya que no es un secreto para nadie que la oración del pobre es auténtica, sin contaminación, sin dolo, sin malicia, es decir, sale de un corazón puro y dócil, muchas veces maltratado, herido y afectado por situaciones de penuria y de miseria, es allí donde el hombre experimenta el amor de Dios y su misericordia en su pobreza, allí toca fondo y se hace más dependiente de Dios y de su divina providencia.
Antes de abordar el Evangelio analizo un poquito la primera lectura del Profeta Daniel, por entender que sigue la misma línea apocalíptica del Evangelio, es el anuncio de los últimos tiempos, se nos dice: “Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora.” Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua.
Mientras que el arcángel Miguel se levanta, en esa misma medida se salva el pueblo de Dios. Dios no condena a nadie, me condeno yo, me descalifico yo, me pierdo yo.
Profundizando un poco el Evangelio podemos ver que, en aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.”
En las palabras de Jesús desciframos grandes señales de caos y catástrofe, el sol se oscurecerá, la luna se apagará, caerán las estrellas y los astros se tambalearán. Es decir, que el orden natural se verá fuertemente afectado. Todo esto para darle paso al gran acontecimiento de ver venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; dándole órdenes y enviando a sus ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos del extremo de la tierra al extremo del cielo.
Hace Jesús una comparación interesante para darle fuerza a lo que en el futuro va a suceder y que nosotros estamos invitados a descifrar, al decirnos, aprendan lo que les enseña la higuera: “Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, saben que la primavera está cerca; pues cuando vean ustedes suceder esto, sepan que él está cerca, a la puerta.”
Ya con estas palabras el Evangelio nos va disponiendo y preparando para la llegada del adviento, él está cerca está a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. Es decir, que Cristo mismo anuncia su llegada de manera inminente y afirma que el cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. Todo se cumplirá, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.
Ante todo, lo expuesto es necesario responder con el salmo: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”.
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