Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Hoy IV Domingo de Pascua, celebramos la Fiesta de Jesús Buen Pastor. Nuestra Iglesia Universal está de fiesta por la elección del Sumo Pontífice León XIV, sin dudas es un momento importante para nuestra Iglesia y para todo el mundo, pues este gran acontecimiento llena de luz y de esperanza a toda la humanidad. Estamos viviendo momentos marcados por retos y desafíos, con incertidumbres y certezas.
Es oportuno que auguremos muchos éxitos al recién elegido sucesor de Pedro. La ocasión se presta para que como comunidad cristiana elevemos nuestras oraciones a favor de este elegido.
En la primera lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles hay dos personajes claves, me refiero a Pablo y Bernabé, dos lumbreras de los inicios de la evangelización. Esto hombre con valentía y con el espíritu del Resucitado tiran en cara a los judíos su falta grave por no aceptaron el Evangelio: “Teníamos que anunciarles primero a ustedes la Palabra de Dios; pero como ustedes la rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, saben que nos dedicamos a los gentiles.”
Es decir, que este mensaje de salvación dedicado a los judíos y rechazado por ellos, se ofrece a los gentiles, aquellos que no son judíos.
Ante la negativa y el rechazo del mensaje por parte de los judíos Pablo y Bernabé dijeron, así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra”. Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la Palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron.
Es la actitud de dos elegidos, consagrados y enviados que con residencia y determinación ante lo encomendado por Dios deciden hacer la voluntad de Dios y no su propia voluntad.
Con el estribillo del Salmo nos adentramos y tomamos parte en la fiesta que celebramos hoy, Jesús Buen Pastor: “Somos su pueblo y ovejas de su rebaño”
Por su parte en la segunda lectura del Apocalipsis, Juan nos revela una gran visión al decirnos a viva voz que vio una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. En todo esto hay un simbolismo interesante, el vestido blanco símbolo de pureza y santidad, las palmas hacen referencia a la victoria de los elegidos por Dios.
Lo afirmado mas arriba lo confirma el anciano cuando dice: “Éstos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero.” Ahora el reto nuestro es con nuestro accionar también nosotros lavemos y podamos blanquear nuestros vestidos en la sangre del cordero.
“El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.”
En el Santo Evangelio según San Juan, Jesús por su parte hace referencia directa a los suyos: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.”
Toda una pedagogía divina, escuchar la voz, el Buen Pastor conoce sus ovejas, las ovejas siguen al Pastor y se establece una garantía de cuidado, ya las ovejas están en las manos del Padre Dios. Que aprendamos todos nosotros a ser buenas ovejas, ya que tenemos un Buen Pastor que vela por nosotros 24/7.
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