Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
La Solemnidad de Cristo Rey tiene lugar el último Domingo del Tiempo Ordinario, y en los últimos años se ha hecho coincidir con la actividad un paso por mi familia. Es interesante que al final del año litúrgico coronamos a Jesús como Rey del universo e iniciamos el adviento reconociendo, declarando y coronando a Jesús como Rey de nuestras familias y de nuestras vidas.
Las lecturas todas en este domingo apuntan a un objetivo común y es manifestar por todo lo alto la realeza de Jesús. Empezando por el libro del profeta Daniel, aquí se nos habla de una visión nocturna que tuvo el profeta, en donde contempla la presencia del hijo de hombre, que llega en las nubes del cielo, dándole poder real y dominio; en donde todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán.
En ese mismo orden el libro del Apocalipsis nos presenta a Jesucristo como el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. A aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. Con el salmo pedimos a este Rey que nos enseñes a orar y que él reine en nuestras vidas, vestido de majestad, vestido y ceñido de poder.
En el Evangelio por su parte vemos a Pilato interrogar a Jesús: al decirle, “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?” Al parecer Jesús profundiza en la pregunta de Pilato buscando una respuesta de peso y buscando la manera de favorecerlo, pero éste lo aquiva y replica: “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?”
A lo que Jesús le contestó: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.” Pilato le dijo: “Conque, ¿tú eres rey?”
Con las palabras de Jesús se mutila toda duda que pudiera tener Pilatos con relación a la realeza de Jesús, ya que el mismo Jesús afirma y defiende su realeza frente a Pilatos.
Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”
Nos queda a nosotros seguir siendo testigos de la verdad, ya que es lo mismo que ser testigos de Jesús Rey, ya que él mismo lo afirma cuando dice: “Yo soy camino, verdad y vida”.
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